17 de julio de 2014
Había llegado nuestro tercer y último día en Budapest, un día que dedicaríamos a visitar Buda, la parte antigua. Tras dos días en Pest admirando a lo lejos el castillo no nos llegamos a imaginar lo diferente que sería esa parte de la ciudad hasta que caminamos por sus calles... Iniciamos el recorrido en la Plaza Vörösmarty, hasta donde habíamos ido en metro para no perder más tiempo. Seguíamos en Pest, y para llegar hasta Buda simplemente cruzamos el Puente de las Cadenas como hicimos la noche anterior.
Una vez allí cogimos el funicular para llegar hasta lo alto de la colina. No es estrictamente necesario, se puede subir a pie, pero con el calor infernal que estaba haciendo aquellos días preferimos ahorrarnos el ascenso. Este nos dejó junto al Castillo, así que empezamos a callejear. ¡Buda era tan distinta de Pest! Era como si nos hubiéramos ido a otro lugar del país, pero solo habíamos cruzado el Danubio. Se notaba que estábamos en la parte antigua de la ciudad: las calles, los edificios... Parecía que habíamos retrocedido en el tiempo.
Seguimos avanzando y comenzamos a ver los monumentos más destacados. La Iglesia de San Matías nos dejó sin palabras con ese tejado de azulejos. Esta iglesia, que fue construida entre los siglos XIII y XV, fue reconstruida en el siglo XIX (de ahí ese aspecto neogótico actual) y fue sede de bodas y coronaciones reales.
¡Y qué decir del Bastión de los Pescadores! Un mirador desde donde puede contemplarse Pest en todo su esplendor y desde donde pueden verse las mejores vistas del Parlamento de Budapest. Además, ¿verdad que es bonito? :)
Pasamos un buen rato deambulando por allí y disfrutando de las vistas, hasta que hacia las 13:00 h el día se nubló a más no poder y empezó a chispear y tronar. Cuando se volvió un inconveniente aprovechamos que era casi la hora de comer y empezamos a buscar un restaurante. Y menos mal, porque nada más entrar empezó a llover con ganas. Cuando salimos de allí aún llovía, pero teníamos un plan: ir al laberinto del Castillo. Era algo que ya habíamos pensado hacer y era el momento idóneo, ya que así estaríamos resguardados y haríamos tiempo hasta que amainara. El laberinto es una de las visitas más curiosas que hemos hecho nunca. A lo largo de los siglos este espacio ha tenido usos muy diversos, desde cámara de tortura en la Edad Media hasta hospital militar durante el siglo XX, pasando por bodega de vino o cárcel. En 1980 decidieron acondicionarlo para darle un uso más cultural, y ese mismo año se instaló una exhibición de figuras de cera. Dentro hay distintos laberintos, como el Laberinto Histórico o el Laberinto de la Prehistoria, e incluso una zona dedicada al Conde Drácula, decorada siguiendo la temática. Y vale, sí, a mí me dio un poco de yuyu, porque entre eso, la niebla y el frío que hacía a causa de la humedad, no quise estar más de lo estrictamente necesario.
Al final tuvimos suerte: al salir del laberinto ya había dejado de llover, así que nuestro plan había funcionado. Nuestra siguiente parada fue el Castillo de Buda, antigua residencia de los reyes de Hungría y donde actualmente se encuentran la Biblioteca Széchenyi, la Galería Nacional Húngara y el Museo de Historia de Budapest. No obstante, nosotros nos limitamos a dar una vuelta por los alrededores.
Para finalizar nuestro día en Buda queríamos ir a la Ciudadela, pero a aquellas alturas estábamos tan cansados que, tras mucho pensarlo, decidimos dejarlo correr. No sabíamos llegar, no sabíamos cuánto íbamos a tardar y las piernas poco iban a respondernos ya, así que desafortunadamente dimos por concluido el día antes de que fuera más tarde y nos arrepintiéramos. Si algo nos pesa de este viaje es haber dejado Buda «a medias», pero así ya tenemos la excusa perfecta para volver :) Nos daba mucha pena dejar Budapest, nos enamoramos de la ciudad en cuanto pusimos un pie en ella y nos habríamos quedado un día más de buen grado, pero la ruta continuaba y al día siguiente tocaba saltar de país... ;)
Seguir con el diario
No hay comentarios:
Publicar un comentario