POLONIA. Día 8. Cracovia: De relax por la ciudad.


18 de agosto de 2016

Con el walking tour que habíamos hecho el día anterior sobre la Cracovia judía habíamos visto todo lo que hay que ver en la ciudad, pero aún nos quedaba un tercer día. A esas alturas habíamos exprimido cada minuto de nuestro tiempo en cada una de las ciudades que habíamos visitado, así que nos merecíamos un día de descanso en el que dejarnos llevar y hacer lo que más nos apeteciera. Eso sí, después de hacer la colada ;)

Pasamos aquella mañana como la de cualquier sábado o domingo en casa, y una vez hubimos cumplido con nuestras obligaciones y dejado la ropa de nuevo en el hotel salimos a disfrutar del día tan bueno que hacía. En primer lugar paseamos por el Planty, que como ya os explicamos es el parque que rodea todo el casco histórico de Cracovia.


A esas alturas del día el hambre apretaba, así que fuimos a comer a un pierogarnia que habíamos visto de camino al hotel el día anterior. La verdad es que era un sitio superauténtico: lo llevaban dos chicas que casi no hablaban inglés y éramos los únicos turistas comiendo allí, todos eran habitantes de Cracovia y trabajadores de los alrededores. Ofrecían un menú del día por unos 15 zl (casi 4 euros), pero nosotros íbamos por los pierogi después de la experiencia de haber probado unos auténticos en el tour de la comida. No tenían cerveza, solo agua, refrescos y kompot, así que Javi tuvo la desgracia de tener que beber algo que no fuera pan líquido en los 8 días que llevábamos de viaje, rompiendo así su récord. Pedimos cada uno un plato de pierogi (de carne y de patata y queso, los que más nos habían gustado), y de postre otro plato de pierogi dulces de manzana y canela. Se me hace la boca agua con solo recordarlos...

Tras una comida exprés, porque en teoría este tipo de locales son para comer e irse o de comida para llevar, fuimos de nuevo a la colina de Wawel. El primer día el tiempo no nos acompañó demasiado, así que decidimos volver y verlo con un sol de escándalo. La verdad es que mereció mucho la pena, porque la zona nos gustó aún más que la primera vez que la recorrimos. Aquel día hicimos la visita a la inversa y comenzamos bordeando el río Vístula.


Lo primero que fuimos a ver fue el dragón de Wawel, símbolo de Cracovia sin lugar a dudas (no dejábamos de verlo por todas partes, ya fuera en imanes, peluches, camisetas y todos los souvenirs que se os ocurran). Según cuenta la leyenda, un maligno y feroz dragón vivía en una cueva en la colina de Wawel y devoraba a los habitantes de la ciudad. Muchos intentaron acabar con él, pero finalmente quien lo logró fue un zapatero muy ingenioso que impregnó con azufre la piel de un cordero que devoró el dragón. A este le entró tantísima sed que se bebió toda el agua del río Vístula, lo cual provocó que el dragón explotara, librando así a los ciudadanos de la amenaza. Pero no es por esta leyenda por la que los turistas van vamos a ver la escultura del dragón que hay a los pies de la colina de Wawel, sino porque es una atracción más de la ciudad, ya que cada cinco minutos echa fuego por la boca.


Una vez visto el espectáculo, subimos a la colina de Wawel. Como ya os hablamos de lo que podéis encontrar allí, simplemente os dejamos algunas fotos para que podáis comparar ;)


A continuación volvimos al hotel y poco después salimos a dar una vuelta por la Plaza del Mercado, que durante esos tres días estuvo muy animada con los espectáculos y los puestecitos de artesanía que había por todas partes. Aprovechamos para merendar, y como era nuestro último día en Cracovia no podíamos dejar pasar la oportunidad de repetir con algo taaaan bueno como los triedlnik que habíamos probado allí. Así pues, sin sentir remordimientos de ningún tipo, nos dimos un último homenaje y nos comimos uno de vainilla, que la verdad es que no tiene nada que envidiarle al de canela =P Si nunca habéis probado este dulce que es el cielo en la tierra, os animamos a que lo hagáis allá donde lo encontréis, no os arrepentiréis ;) (Yo sigo con mi campaña «prueba un rollito de canela» desde Budapest 2014 ;))

Poco más hicimos aquel día salvo disfrutar de la ciudad, dar los últimos paseos, sentarnos en la Plaza del Mercado a esperar que diera la hora en punto y escuchar el hejnal... :) Lo cierto es que nos daba mucha pena irnos de allí, de una ciudad que nos había sorprendido mucho por lo bonita que es, por lo bien conservada que está a pesar de haber sido testigo de la Segunda Guerra Mundial, por toda la historia que esconden sus rincones..., pero al día siguiente nos esperaba Varsovia, la capital del país que tan bien nos había recibido y acogido, y la ruta debía continuar.


Seguir con el diario
Día 9. Varsovia: Nowe Miasto, Stare Miasto y los Jardines Sajones.

No hay comentarios:

Publicar un comentario